Hábito y metaescritura
No parece ni siquiera agosto.
No estoy en una ciudad vaciada por el calor y las vacaciones.
No voy a veranear los domingos al mar (spoiler: tampoco lo hacía desde hace años;
descubrí que cuando vives cerca del mar vas a verlo menos de lo que quisieras).
No planifico el "ferragosto".
No se acortartan los días.
No temo a septiembre.
Nunca se empieza nada significativo en mayo: para los grandes comienzos está el año solar y está el año académico.
Y sin embargo así fue. En una primavera de mayo cambió mi vida —temporalmente, dirán, pero para mí nada es temporal, porque soy determinista. ¿Qué significa? Que aunque volviera a mi vida de antes, nunca sería idéntica a lo que era antes de partir. Eso me resulta reconfortante. «Animum debes mutare, non caelum», escribía Séneca a Lucilio, y ya los griegos antiguos habían expresado un concepto parecido, varios siglos antes que él y que naciera Cristo.
Estoy parcialmente de acuerdo, porque creo que viajar al menos te ayuda a entender que quizá no hace falta hacerlo. Es decir, sbagliare facendo.
Una se acostumbra a todo: a la supremacía de las cucharas sobre los tenedores —cubiertos imposibles de encontrar en las mesas ecuatorianas—, al yogur en envases que parecen botellas de lejía, a no tirar el papel higiénico al retrete, a la ausencia de agua caliente, a la oscuridad a las seis de la tarde, a la música a todo volumen frente a las farmacias, a la música a todo volumen a todas horas del día y de la noche, a las horas interminables en bus y a la “hora ecuatoriana”, a la que ya me habían entrenado Dani y Lore —antes de que él decidiera convertirse en una persona puntual—, aunque no fueran latinoamericanos.
Una se acostumbra a todo. Más a la ausencia que a la lejanía.
Una se acostumbra a escribir menos y hablar más, porque para escribir necesitas tener algo que decir, en cambio para hablar no siempre se requiere una sutileza excepcional: también se contempla la inconsistencia, las odiosas small talks, la pobreza del lenguaje verbal.
Metaescritura.
No escribo, solo transcribo mis pensamientos.
Cuando escribo bien es cuando, al leerme, me disocio. Cuando logro sorprenderme de lo que está escrito, con la misma maravilla con la que leo una frase elaborada por otrxs que me regala el placer de la lectura.
A veces no tengo nada que escribir, y pacíficamente no me esfuerzo en hacerlo.
A veces escribo, aunque no tenga nada que escribir. Lucho. A veces gana ella. A veces sale algo bueno, aunque yo pierda.
Hay veces en que todo me hierve por dentro, como si estuviera al borde del orgasmo pero no pudiera llegar, y cuanto más lo intento más me rayo.
Es una situación en la que siento que no logro crear esa cámara de aire entre la lógica de mis pensamientos —tan precisamente geométricos y a veces angulosos— y el arte de traducirlos en una sucesión de palabras pretenciosamente universales.
El ejercicio que hago, en estos casos, es la metascritura: escribir sobre la incapacidad de escribir.
Es como un masaje en los nervios enredados, para soltar la contractura.
Es como tomar conciencia del propio cuerpo.
Desencallar los pensamientos que se han quedado atascados en algún lugar: antes de llegar a las yemas de los dedos, hacen un recorrido por todo el cuerpo —desde la raíz del cabello hasta las uñas de los pies— para asegurarse de reconocerse íntegramente en ese cuerpo que atraviesan, para constatar que ningún componente esté en desacuerdo, se hace un referéndum popular, para que surja un pensamiento anarco-democrático en completa armonía con mi totalidad y que de verdad no haya ninguna huella de suciedad, de falsedad, de traición.
Un pensamiento masticado largamente para no arriesgar la indigestión (un malestar común para europexs en la Amazonía).
¿Qué significa conocerse a unx mismx? Conocerse para mí es escribirse. Cuando la narración no fluye, es porque no me estoy entendiendo.
Escribir es explicar, y no puedo explicar nada si antes no lo he entendido.
La escritura florece en medio de emociones intensas, positivas o negativas (todas las emociones son válidas). Si no escribo es porque no siento que haya nada que me sobre. Todo está en equilibrio, y a eso debemos aspirar, ¿no?, al equilibrio.
La escritura entonces será desequilibrada por antonomasia.
https://open.spotify.com/intl-it/track/1e9giiIh1sWJQpbI7l2gLx?si=487ed52ec9e74761

